Desde que empezara el año hasta mediados de noviembre, 54 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Cinco cada mes. Muertas a palos, a machetazos, estranguladas, a balazos. Delante de sus hijos o de familiares que no han podido hacer nada por salvarles la vida.
Noticia más pasajera que ninguna otra; nunca será suficiente repetirlo. Lucha contra la violencia librada en solitario desde el gobierno y el Estado por un Ministerio de la Mujer que, pese a la realidad, muchos abogan por que sea eliminado.
Una de las últimas, Yesenia Carmona Figueroa, madre de cinco hijos, asesinada por un hombre que, sin inmutarse, confiesa haber hecho lo mismo con otras cinco durante los últimos 29 años. Lo negará después siguiendo orientaciones de su abogado y el tribunal que conoció la medida de coerción admitió no tomar la confesión en cuenta porque, en el momento de hacerla, no contaba con un defensor presente.
El Informe con Alicia Ortega siguió el rastro de todas las víctimas mencionadas por él, excepto el de una haitiana sin tumba y sin nombre. Todas las familias de las víctimas lo conocían, solo que con identidades distintas. Habrá que esperar que el Ministerio Público investigue y acumule las pruebas que permitan juzgarlo para que pague por todas ellas. Hasta el momento, no hay indicios de que lo hará.
Mientras, las dominicanas seguirán siendo asesinadas por hombres legitimados por la cultura machista que hace del cuerpo, los sentimientos y la vida de las mujeres propiedad masculina. Ya lo dijo uno de los feminicidas: «El orgullo de los hombres se respeta», porque vale más que la vida de una mujer, agregamos nosotras.