La otra revolución: El papel silencioso de los medios en 1974

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El derrocamiento del gobierno constitucional presidido por el profesor Juan Bosch, ocurrido el 25 de septiembre de 1963, generó una profunda crisis política en la República Dominicana.

Sectores progresistas de las Fuerzas Armadas, con el respaldo de una parte significativa de la población civil, exigían la restitución de Bosch en la presidencia, valorando su papel como líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y su compromiso con un proceso de democratización institucional.

No obstante, sectores conservadores incluyendo mandos militares, jerarcas religiosos y representantes del empresariado justificaron y apoyaron su destitución, alegando supuestas amenazas al orden establecido.

La deposición del presidente Bosch constituyó el antecedente inmediato del estallido de la guerra de Abril de 1965.

Este conflicto enfrentó a dos sectores claramente definidos: por un lado, los llamados «constitucionalistas«, que defendían el retorno al orden constitucional de 1963; y por otro, el denominado «Grupo de San Isidro», que representaba intereses opuestos a dicho restablecimiento.

En medio de los enfrentamientos, Pedro Bartolomé Benoit, en representación del sector militar no constitucionalista, solicitó formalmente la intervención del Gobierno de los Estados Unidos. Su objetivo era obtener apoyo armado para derrotar a las fuerzas leales a la Constitución de 1963, percibida como un proyecto político de carácter liberal y democrático.

En este contexto, el 28 de abril de 1965, arribó a Santo Domingo la Fuerza Interamericana de Paz, una coalición militar integrada por efectivos de varios países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), aunque con una abrumadora mayoría de tropas norteamericanas.

Bajo la justificación de proteger la vida de sus ciudadanos residentes en el país, el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson decidió intervenir militarmente en Quisqueya, enviando marines para sofocar la revolución iniciada por el pueblo dominicano cuatro días antes, que con el pasar del tiempo sumarían 42,000.

Lo que encontraron los extranjeros

Desde su entrada a la capital, las fuerzas interventoras encontraron resistencia por parte de los combatientes constitucionalistas, quienes defendían el retorno al orden democrático interrumpido por el golpe de Estado de 1963.

A pesar de esta oposición, las tropas extranjeras lograron establecer posiciones estratégicas que les permitieron dividir la ciudad en dos zonas de control, debilitando así el avance de los constitucionalistas y obligándolos a replegarse en varios frentes.

Como parte del nuevo orden impuesto, se conformó un gobierno provisional, alterno al liderado por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó. Este nuevo organismo fue denominado Gobierno de Reconstrucción Nacional, y estuvo encabezado por Antonio Imbert Barreras, designado como presidente con el respaldo de los sectores que promovieron la intervención.

Los enfrentamientos se prolongaron hasta el 31 de agosto de 1965, fecha en la que se alcanzó un acuerdo de tregua entre las partes en conflicto.

Tras este cese de hostilidades, la mayoría de las fuerzas estadounidenses comenzaron a retirarse, y las labores de mantenimiento de la paz fueron asumidas por tropas brasileñas. No obstante, una presencia militar norteamericana permaneció en territorio dominicano hasta septiembre de 1966.

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