El dominicano Vladimir Guerrero Jr., de Toronto, cuenta con una multitud de apodos, ya que también responde a los motes de Vlad Jr., Vladdy y Vladito.
Sin embargo, también le aplica el término “Plákata”, que es más un sinónimo para Guerrero que un apodo. “Plákata” es una palabra coloquial y onomatopéyica nacida en el béisbol caribeño que sirve para referirse a la clase de contacto con el barril del bate que típicamente resulta en un largo cuadrangular. En otras palabras, se trata de un adjetivo en vez de sustantivo.
¿Pero a quién le importa? La palabra encaja perfectamente con el propio Vladdy y lo que éste hace a las pelotas de béisbol: “Plákata”.
No todos los sluggers definitorios de sus respectivas generaciones hacen swings poderosos de la misma forma. Pete Alonso, de los Mets, sobresale con su swing corto hachazo de leñador; tenemos a un Manny Ramírez, cuyo swing era suelto y sencillo, como si lanzara una red de pescar. Mientras tanto, el swing de Guerrero cuenta con una extraña violencia en forma de latigazo, no vista en el mundo del béisbol desde los mejores tiempos de Gary Sheffield, quien contaba con uno de los dos swings más terroríficos de la pelota moderna; y los mejores tiempos de Vlad Guerrero padre, dueño del otro.
Sus bates eran inmensos, y hacían swings tan fuertes que parecía que era el bate el que los estremecía a ellos. El swing de Vlad Jr. es reflejo fiel de su padre: es lo primero que todos notan en él. Su contextura física dista mucho de la de su progenitor: esa es la segunda. Junior parece un producto de padre, de haberlo envuelto en harina y horneado por una hora.
Disciplina en el plato
Vlad Jr. ha sido bendecido con una disciplina al plato preternatural; la cual, sobra decir, no heredó de su padre. El imparable más simbólico de la carrera del padre fue un sencillo contra los Orioles en 2009, que no hubiera trascendido tanto si fuera más normal. El pitcheo rebotó frente al plato; sin embargo, su padre hizo swing y la despachó hacia el jardín izquierdo. Vlad Junior es mucho más selectivo.